
Siempre fuiste joven, también a tus ochenta y siete años, porque jamás perdiste la ilusión, el mejor alimento de la vida. Con tu desbordante simpatía siempre te hiciste notar, salvo en tu adiós definitivo en el que has sido sumamente discreta, rompiendo, asi, tu manera de ser, tu trayectoria vital. Tanto es así, que ni siquiera tu exquisito sentido de la gratitud y tu gran sensibilidad te han permitido despedirte de todas las personas, no desearías dejarte ninguna, de la residencia de ancianos Elorduy de Barrika a la que tanto nombrabas por lo mucho que la querías. Fuiste capaz de disfrutar...